Durante mucho tiempo se creyó que estos libros impenetrables correspondían a lenguas pasadas o remotas. Es cierto que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje muy diferente del que ahora hablamos; es cierto que unos kilómetros a la derecha la lengua es dialéctica y que noventa pisos más arriba es incomprensible. Todo esto, repito, es cierto, pero cuatrocientas diez páginas de inalterables MCV no pueden corresponder a ningún idioma, por dialéctico o rudimentario que sea. Algunos insinuaron que cada letra podía influir en la siguiente y que el valor de MCV en la tercera línea de la página 71 no era el que la misma serie puede tener en otra posición en otra página, pero esta vaga tesis no prevaleció. Otros pensaron en criptografías; en general, esta conjetura ha sido aceptada, aunque no en el sentido en que fue formulada por sus autores. Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior 2 se topó con un libro tan confuso como los demás, pero que tenía casi dos páginas de líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un decodificador errante que le dijo que las líneas estaban escritas en portugués; otros dijeron que eran yiddish. En un siglo, se estableció el idioma: un dialecto lituano samoyedo del guaraní, con inflexiones árabes clásicas. También se descifró el contenido: algunas nociones de análisis combinativo, ilustradas con ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Estos ejemplos hicieron posible que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por muy diversos que sean, están formados por los mismos elementos: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que los viajeros han confirmado: en la gran Biblioteca no hay dos libros iguales. De estas dos premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus estantes registran todas las combinaciones posibles de los veintitantos símbolos ortográficos (un número que, aunque amplísimo, no es infinito): Todo: la historia minuciosamente detallada de la futuro, las autobiografías de los arcángeles, los catálogos fieles de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del verdadero catálogo, el evangelio gnóstico de Basílides, el comentario de aquel evangelio, el comentario sobre el comentario sobre ese evangelio, la verdadera historia de tu muerte, la traducción de cada libro en todos los idiomas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros.